Desgraciadamente nos ha pillado una época histórica para bien y para mal. Hemos sido testigos de una pandemia, algo que no ocurría en la tierra desde hace muchos años. Algo que suena a pasado, a muy pasado, pero que hemos visto que puede ocurrir en cualquier momento. Un simple virus salido de un mercado de Wuham, o eso es lo que nos han dicho, ha puesto en jaque a todo el mundo. Ha provocado miles de fallecidos, personas con secuelas y múltiples consecuencias económicas para las empresas, de las que todavía no nos hemos podido recuperar.
Y es que el coronavirus ha marcado un antes y un después. Ahora lo vemos muy lejano, pero fueron casi seis meses de estar encerrados en nuestras casas. Y sobre todo los tres primeros cuando las medidas fueron estrictas, llegó a nuestras vidas una palabra que no conocíamos, el confinamiento. Encerrados en casa, sin poder salir, sin poder ver a nuestra gente, sin poder abrazar. Y si luego le sumamos las malditas mascarillas, es algo que no olvidaremos nunca. Se ha creado una generación de niños que hasta ven extraño lo de besarse y abrazarse. Por eso no es de extrañar que las salas de los siquiatras se hayan llenado de pacientes que no ven el final del túnel y que necesitan ponerse en manos de profesionales.
Nosotros hacemos lo mismo y nos ponemos en manos de profesionales como lo son la psiquiatra Doctora Hernández para que nos cuenten cómo son las sesiones que se desarrollan y qué está pasando. Lo primero hay que hacer es el abordaje simultáneo de los aspectos biológicos y psicológicos de los problemas mentales del adulto, así como del niño y del adolescente, evitando enfoques parciales que tradicionalmente han perjudicado al paciente psiquiátrico.
Tras un diagnóstico individualizado, se propondrá el tratamiento más indicado en cada caso, mediante la aplicación, simultanea o no, de intervenciones psicoterapéuticas y farmacológicas. El tratamiento se dirigirá hacia el “núcleo” del trastorno, con el objetivo de obtener un rápido alivio de sus problemas, pero a largo plazo ofrecerá también al paciente el entendimiento de sí mismo, proporcionando un cambio positivo y duradero en su forma de ser y de relacionarse. Esta es la teoría, y claro, suena muy bien. Lo que ocurre es que detrás de estas palabras hay personas, hay mentes, y eso es muy duro.
Consecuencias
Como te decimos, está demostrado que la pandemia y las medidas tomadas durante estos meses para combatirla han tenido sobre nosotros un claro impacto psicológico: ansiedad, depresión, insomnio, negación, angustia y miedo. Son unos problemas que seguro que todos hemos tenido, en mayor o menor medida, durante la maldita pandemia. En nosotros está la forma de afrontarlo, pero es cierto que no es fácil.
La limitación de la movilidad, la disminución de la vida social, la limitación de actividades al aire libre y ejercicio físico, la alteración de horarios de las comidas y de sueño son elementos que pueden alterar el bienestar emocional o contribuir a que se agraven trastornos preexistente.
El Gobierno lo ha indicado en sus muchos estudios, los pacientes COVID y sus familiares, las mujeres, los niños, la población con menos recursos o el personal sanitario han sido los grupos cuya salud mental ha sufrido los golpes más duros. «Detrás de estos datos hay personas que sufren la enfermedad y el estigma, porque hablamos con normalidad de cualquier enfermedad de nuestro cuerpo, pero no lo hacemos así, con esa normalidad».
Por este motivo, se puso en marcha el Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y COVID-19, presentado hoy, viene a complementar la Estrategia de Salud Mental aprobada en el año 2006. Desde 2019, el Gobierno impulsa su renovación, con la participación de expertos y de personas con enfermedad mental. Se trata de «un documento estratégico pensado por y para profesionales y pacientes de Salud Mental. Una hoja de ruta que permite avanzar con pasos afianzados hacia la mejor salud mental, en su más amplio sentido», aseguran fuentes del Gobierno.
Ya has visto las importantes secuelas que ha dejado esta enfermedad, y hoy no nos hemos referido a los pacientes que han tenido el virus y ahora se han convertido en pacientes crónicos. Les ha dejado unas secuelas que les impide vivir su día a día con normalidad. Eso dar para otros artículos. Son los denominados como covid persistente, sin duda, un problema que se suma a todos los que tenemos y que nos hace una vida muy complicada.